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Actividad física

Una necesidad fisiológica

La actividad física no es solo una forma de mantenernos en forma, es una necesidad fisiológica inherente al ser humano. Desde el comienzo de nuestra existencia, movernos ha sido clave para nuestra supervivencia, y hoy, en un mundo cada vez más sedentario, recuperar el hábito del movimiento es esencial para nuestra salud y bienestar. No solo hablamos de prevenir enfermedades, sino también de mejorar nuestra calidad de vida, aumentar nuestra energía y reforzar nuestra conexión con el entorno y con nosotros mismos.

A pesar de que todos sabemos que moverse es importante, muchas veces no le damos la prioridad que merece. Pero la actividad física es mucho más que una tarea pendiente: es una herramienta poderosa que puede transformar nuestra vida desde el interior hacia el exterior.

Los beneficios de la actividad física

Hacer ejercicio regularmente tiene múltiples beneficios, que abarcan desde la mejora de nuestra condición física hasta la optimización de nuestra salud mental y cerebral.

  • A nivel fisiológico:
    La actividad física ayuda a fortalecer el sistema cardiovascular, mejorar la aptitud cardiorrespiratoria y mantener un peso saludable. También optimiza el control de la glucosa y la insulina, lo que es clave para prevenir enfermedades metabólicas como la diabetes.

  • A nivel físico y funcional:
    Mantenernos activos favorece la fuerza, la resistencia y la flexibilidad, permitiéndonos realizar las actividades diarias con mayor facilidad y conservar nuestra independencia a medida que envejecemos.

  • A nivel mental y cerebral:
    El ejercicio tiene un efecto neuroprotector, ayudando a retrasar los efectos del envejecimiento cerebral y reduciendo el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. Puede inducir un aumento de los factores de crecimiento circulantes (como el factor de crecimiento similar a la insulina 1, IGF-1) y de neurotrofinas (como el factor neurotrófico derivado del cerebro, BDNF) con efectos positivos en el cerebro tanto durante el desarrollo como en la vida adulta. El BDNF interviene en  la neuroplasticidad, desde la neurogénesis hasta la supervivencia neuronal, desde la sinaptogénesis hasta la cognición.

Además, aumenta la producción de neurohormonas como la dopamina, que mejoran el estado de ánimo, reducen la ansiedad y potencian la memoria, el aprendizaje y la cognición.

De esta forma, la actividad física nos ayuda a mantenernos fuertes, saludables y emocionalmente equilibrados, reforzando la antigua máxima de “mens sana in corpore sano”.

El impacto del entorno en la actividad física

Aunque el ejercicio en sí mismo tiene beneficios evidentes, el lugar donde lo realizamos también juega un papel crucial. Estudios recientes sugieren que practicar actividad física en entornos naturales, conocidos como green exercise, potencia aún más sus efectos positivos.

Realizar ejercicio al aire libre o en contacto con la naturaleza estaría asociado con una mayor reducción de la ansiedad, el estrés y la tristeza, en comparación con realizar las mismas actividades en interiores o en entornos urbanos. Este efecto estaría atribuído, en parte, a nuestra conexión innata con la naturaleza y al impacto positivo del color verde en nuestro cerebro.

Además, el ejercicio en espacios naturales fomenta el mindfulness, o conciencia plena, ayudándonos a estar presentes en el momento, conectándonos con nuestro entorno, nuestras emociones y, muchas veces, con las personas o mascotas que nos acompañan.

Por otro lado, la exposición a la luz natural y al aire libre tiene beneficios adicionales. En los niños, por ejemplo, puede protegerlos contra el desarrollo de miopía, mientras que en los adultos ayuda a regular el ritmo circadiano, mejorando el sueño, el estado de ánimo y el apetito. También representa una oportunidad para desconectarnos de las pantallas y el “tecnoestrés”, promoviendo un descanso visual necesario en la era digital.

Sin embargo, cabe destacar que los beneficios del ejercicio en la naturaleza podrían estar influenciados por un fenómeno de autoselección: las personas activas suelen elegir entornos verdes para ejercitarse, y no necesariamente estos entornos son los que los hacen más activos. Aun así, la relación entre naturaleza, movimiento y bienestar es indiscutible.

Conclusión

La actividad física es mucho más que un hábito saludable: es una necesidad esencial para nuestro cuerpo y mente. Sus beneficios abarcan todos los aspectos de nuestra salud, desde lo fisiológico hasta lo emocional y cognitivo. Y si a esto le sumamos la posibilidad de realizar ejercicio en contacto con la naturaleza, potenciamos sus efectos positivos, logrando una experiencia más completa y gratificante.

Moverse es vida. Así que, ya sea dando un paseo por el parque, corriendo al aire libre o simplemente disfrutando de un rato al sol, la invitación está clara: hagamos del movimiento y la conexión con la naturaleza una prioridad en nuestra rutina diaria. El bienestar está a un paso… o quizás a muchos, pero cada uno cuenta. 

Bibliografía secundaria:

Lahart I, Darcy P, Gidlow C, Calogiuri G. The Effects of Green Exercise on Physical and Mental Wellbeing: A Systematic Review. Int J Environ Res Public Health. 2019 Apr 15;16(8):1352. 

Hansen MM, Jones R, Tocchini K. Shinrin-Yoku (Forest Bathing) and Nature Therapy: A State-of-the-Art Review. Int J Environ Res Public Health. 2017 Jul 28;14(8):851.

Di Liegro CM, Schiera G, Proia P, Di Liegro I. Physical Activity and Brain Health. Genes (Basel). 2019 Sep 17;10(9):720.